La "obsesión" de una médica italiana por recuperar los nombres de 1.000 migrantes muertos durante un naufragio en el mar Mediterráneo
Más de un millar de inmigrantes y refugiados perdieron la vida en abril de 2015, cuando naufragó la embarcación en la que cruzaban el Mediterráneo. BBC Mundo te cuenta sobre el esfuerzo para que sus nombres no queden en el olvido.

En una noche sin luna la embarcación se hundió en las aguas del Mediterráneo. Pero los ahogados no han sido olvidados. En los últimos cinco años,
"Si hay un cuerpo que necesita identificación, lo identificas. Es el primer mandamiento de la medicina forense", dice la doctora Cristina Cattaneo, profesora de patología forense y antropología de la Universidad de Milán en Italia.
La obsesión de Cattaneo es nombrar a los muertos. Dice que si se hace así tras un accidente de avión, ¿por qué no para los inmigrantes?
"Hay muchas tumbas en cementerios europeos con la palabra "desconocido" y la fecha de muerte en lugar del nombre. Eso es todo. Pienso que es trágico. Es

"Esto significa que 350 familias han acudido a alguna autoridad para buscar sus muertos en este incidente.
Aquellos que embarcaron desde Libia venían de una docena de países africanos, incluyendo Senegal, Mauritania, Nigeria, Costa de Marfil, Sierra Leona, Malí, Gambia, Somalia y Eritrea. También había bangladesíes.
El hombre que dirigía la embarcación, un tunecino, fue luego juzgado junto a un sirio por homicidio y tráfico humano ante una corte italiana.
El fatídico viaje comenzó al amanecer en la playa de Garabulli al este de Trípoli. Un barco pesquero pintado de azul celeste se balanceaba sobre las olas.
En la proa había una inscripción en árabe: "Bendecido por Alá".
Ibrahima Senghor había estado esperando en la embarcación desde las tres de la madrugada. Había viajado desde Senegal hasta esta playa en Libia con otros hombres jóvenes de su aldea. Luego, en la multitud de esperanzados pasajeros, se había separado de ellos.
"Estábamos en 10 grupos de 100 personas", recuerda Senghor.
"Siete de los grupos embarcaron. Yo estaba en el octavo. Llegaron más personas en un camión refrigerado. También se subieron.

Los amigos de Ibrahima habían abordado antes y seguramente descendieron a la bodega.
"El barco se alejó. Pero luego dio la vuelta. El capitán gritó que estaban sobrecargados. El traficante simplemente le ordenó que se fuera; dijo que si el capitán no iba, lo mataría en el acto. Sacó el arma y disparó al aire. Hasta las 10 de la mañana todavía podíamos ver el barco en la distancia".
Abdirisaq, uno de los 24 somalíes a bordo, viajaba en la cubierta mientras el barco se dirigía a aguas internacionales. Desesperado por salir de Libia, él y sus amigos se habían abierto camino en el último momento.
"Me sentí muy aliviado porque

Abdirisaq no pensaba en las condiciones de navegación, pero sabía que se estaba arriesgando.
"No me preocupaba la seguridad. Pensé que tendríamos una probabilidad del 50/50:
Abdirisaq se quedó dormido cuando se adentraban en mar abierto. Por la noche, tras 100 kilómetros y aún más cerca de Libia que de Italia o Malta, el barco comenzó a hacer aguas. El capitán pidió socorro.
Una embarcación mercante fue la primera en llegar a la escena, alrededor de las 11 pm. Era una noche oscura, y el King Jacob, un enorme barco de carga, encendió sus luces.
La silueta del pequeño bote pesquero estaba completamente oscurecida por los cientos de personas apiñadas en la cubierta. El capitán del King Jacob apagó los motores y comenzó el rescate. El barco pesquero sobrecargado intentó detenerse al costado.
El barco de los migrantes se desequilibró por los pasajeros en cubierta que entraron en pánico y se movieron hacia el costado más cercano al King Jacob. Y luego, inexplicablemente, el capitán aceleró.
"Nuestro barco se estrelló contra el gran barco de frente", dice Abdirisaq. "Lo golpeamos más de una vez. Raspamos su costado. Después de eso, no pudimos mantenernos a flote y volcamos".
Abdirisaq, un excelente nadador, acabó bajo el bote y bajo el agua.
"Cuando caímos al agua, la gente se agarraba de mí. Mi ropa se rasgó mientras trataba de liberarme y nadar hacia la superficie", recuerda.
Cuando emergió, había alboroto.
"Podía escuchar muchos gritos y lamentos. La gente seguía agarrándome, así que nadé alejándome del grupo. Estaba muy cansado y tenía mucha agua dentro de mí. Traté de nadar hacia el barco grande.

En las primeras horas del domingo, Giuseppe Pomilla, un médico voluntario, llegó en la oscuridad desde Sicilia en un barco guardacostas italiano.
"Había un silencio enorme, nada se movía", recuerda el doctor.
No fue hasta que Pomilla subió a un pequeño bote, acercándolo a la superficie del agua, que se encontró con el mar de cuerpos a medio sumergir.
"Había tantos, se movían arriba y abajo con el balanceo de las olas".
Pomilla y sus colegas agarraban los cuerpos flotantes para revisar si alguno seguía vivo. Nadie lo estaba. Entonces escucharon un grito. Con la ayuda de una lámpara, fueron capaces de localizar al hombre que había gritado y lo trajeron a bordo.

Pomilla ayudó a rescatar otro migrante aquella noche.
"Pensábamos que estaba muerto.
En aquel momento, se reportó que había 800 personas en el barco pesquero naufragado. Se organizó una reunión de emergencia con gobiernos europeos. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, anunció que recuperarían los cuerpos y el bote para darles funeral.
Más tarde, la doctora Cristina Cattaneo recibió una llamada de la oficina de la Comisión Italiana para Personas Desaparecidas.

Era
Los robots vagaban por el lecho marino y el barco se encontraba a una profundidad de 370 metros. Los buzos de la marina italiana colocaron una gran corona de flores en el barco antes de levantarlo.

Esta hazaña de ingeniería costó el equivalente en euros a US$11 millones. El barco fue llevado a la base militar de Melilli en la isla de Sicilia, donde esperaba un ejército de bomberos voluntarios y patólogos forenses, entre ellos Cristina Cattaneo.
"Recuerdo caminar por la costa con los perros callejeros y ver con el rabillo del ojo este enorme aparato, que era el barco que tiraba del barco migrante", dice.
"Nuestro barco parecía tan pequeño. Debido a la recuperación,

"Imagina un suelo cubierto de cuerpos", recuerda Cattaneo.
Los rostros de los cuerpos ya no eran discernibles tras más de un año bajo el agua.
"
También era un terreno desconocido para los bomberos. Cattaneo les dio instrucciones precisas.
"Hay que ser muy cuidadosos para ver lo que está conectado. Por ejemplo, si hay una cabeza y un torso, hay que ver si hay alguna pieza que los conecte. No puede perderse nada en la recolección. Son cuerpos descompuestos, muy escurridizos".

Mientras, Cattaneo y un equipo de patólogos trabajaban en las autopsias.
"Estos individuos llevaban sus documentos cosidos a su ropa.
Era exactamente eso.

Las autopsias arrojaron algo desconcertante.
"Solo encontramos un diente de niño pequeño y ningún otro hueso de niño, lo que nos dice que había al menos un niño en este barco. Los sobrevivientes hablan de mujeres llegadas en un camión cargando niños, bebés. Pero
Hay testimonios contradictorios sobre si había mujeres y niños en el pesquero. Ibrahima Senghor, que nunca abordó y se quedó en la playa, dice que los vio. Pero Abdirisaq, el superviviente somalí del naufragio, no recordaba haber visto a ninguna mujer en cubierta.
Los traficantes llenaron cada espacio del barco con cargamento humano. Incluso la sentina, debajo de la bodega y la línea de flotación, y de no más de 60 cm de altura, estaba llena de esqueletos de adolescentes. El espacio donde normalmente se almacenan las cadenas de las anclas también tenía decenas de cuerpos.

"

La tarea de identificar los restos mezclados originó un sueño recurrente para Cattaneo.
"Estaba en una carretera de grava y guijarros y buscaba huesos diminutos. En cada esquina pensaba ver un hueso y luego era un guijarro, y siguió y siguió así", comenta.
"La obsesión deriva del hecho de que lo que queda de uno de estos individuos podría estar representado solo por una falange, un hueso muy pequeño en la mano o el pie. Por lo tanto, podría ser la única forma de identificar a esa persona. Es bastante estresante", apunta.
Para Cattaneo, nombrar a los desaparecidos es importante porque se trata de seres humanos cuya vida debe ser honrada, pero también se trata de aquellos que están en duelo.
"Hay que identificar a los muertos, no solo para resolver casos penales o por respeto a su dignidad, es algo que hay que hacer por la salud de los vivos. Creo que
En paralelo con el trabajo forense de Cattaneo, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha emprendido la búsqueda de miembros familiares que creen que sus seres queridos iban en el naufragio de la noche del 18 de abril de 2015.
"No necesitamos esperar a que la gente acuda a nosotros, también tenemos que encontrarles para saber dónde buscan a alguien y recolectar información para casos individuales", dice el doctor Jose Pablo Baraybar, coordinador forense del CICR y veterano de investigaciones de personas desaparecidas en Srebrenica, Ruanda y Perú.
Baraybar ha viajado hasta Mauritania y Senegal para conocer a familias que creen que sus parientes estaban en el barco pesquero, recolectar su ADN y grabar entrevistas sobre las personas desaparecidas, cualquier cosa que pueda ayudar en el proceso de identificación.
También se ha encontrado con testigos como Ibrahima Senghor, quien
"Siempre encontrarás a alguien que vio algo, que estuvo en el mismo evento y ha sobrevivido", dice Baraybar.
"Esa información es extremadamente útil para tratar de crear una lista de pasajeros. Ahora tenemos cientos de nombres. Es un proceso dolorosamente lento. El primer avance fue determinar que el número real de personas en el barco era entre 1.050 y 1.100".
Esto es un 30% más que las primeras estimaciones de 800 personas en 2015.

"Había tres personas que conocía, uno de ellas era mi aprendiz. Desde el día que salimos de casa, siempre íbamos juntos. Pasamos una semana en el desierto y estuvimos juntos hasta que llegamos a la playa en Libia", recuerda.
Ibrahima lo había vendido todo, hasta sus bueyes, para emprender su viaje a Europa. El 18 de abril de 2015 su frustración fue mayúscula al ver cómo sus amigos subían abordo y él no. Pero cuando escuchó la noticia del naufragio, consiguió regresar a su aldea. Fue un regreso doloroso.
"
Contactar a los familiares de los desaparecidos es un reto, pero Cristina Cattaneo piensa que podría hacerse mucho más desde Europa. Cree que muchos de los migrantes ya tenían familiares que habían cruzado el Mediterráneo o cruzado la ruta terrestre a París, Berlín o Londres.
Por ello le gustaría que se creara
Esto posibilitaría comparar datos de los patólogos, como muestras de ADN e información dental, a través de materiales provistos por los amigos y familiares de los desaparecidos. Idealmente sería algo que contenga ADN, pero también pueden ser rayos X, objetos personales, fotos y descripciones de la persona.
Cattaneo sabe que es posible porque es un trabajo que ya se ha hecho antes.
Eso es mucho más que lo que Cattaneo y su equipo han sido capaces de identificar del bote pesquero naufragado en abril de 2015.
De hecho, tras cinco años desde el desastre, solo se ha identificado oficialmente a cuatro de los muertos, cuyos restos permanecen enterrados en Sicilia.
Como resultado de los viajes del CICR, hay perfiles genéticos de 80 familias que buscan a sus seres queridos. Cattaneo y su equipo han recogido información
Cattaneo está exasperada por el lento progreso.

La patóloga y su equipo trabajan voluntariamente para recoger material humano del bote, pero
Cattaneo quiero crear perfiles de ADN de todos los restos guardados en Milán. Confía en que, unido a una mejor recolección de información y muestras de las familias, traiga mejores resultados.
Abdirisaq, el joven somalí que perdió a sus amigos pero sobrevivió al naufragio, trata de construir una nueva vida en el norte de Europa. Aún vive con el miedo de aquella noche.
"A veces recuerdo los momentos. Estoy bien, gracias a Dios sobreviví. Pero lo que viví en ese bote no es algo que pueda olvidar", dice.
Abdirisaq sabía que la embarcación había sido recuperada del lecho marino del Mediterráneo, pero no conocía los esfuerzos de Cattaneo y el ICRC para nombrar a las personas abordo hasta que le contactó la BBC.
"

Abdirisaq también conoce las identidades de algunos de los otros somalíes que se ahogaron, más nombres para agregar a la lista de pasajeros del barco pesquero.
"
"Y cómo murieron te dice lo que arriesgaron, por lo que pasaron. Están inmortalizados en el momento en que su peor miedo se hace realidad. Creo que es importante saber esto. Te cambia permanentemente", asegura.

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