Coronavirus en México: "En unos 50 hospitales no había lugar para mi madre enferma de covid-19 y ahora se debate entre la vida y la muerte"
La "segunda ola" de coronavirus en México está dejando a sus hospitales al borde del colapso, especialmente a los de la capital del país. Muchos como David tienen que peregrinar por decenas de centros médicos hasta encontrar sitio para ingresar a sus familiares.

El país está sufriendo con extrema dureza la "segunda ola" de coronavirus, que deja ya un balance de más de 1.556.000 contagios y 135.682 muertos en total.
Y el caos se está reflejando desde finales del año pasado en muchos de los hospitales del país, en serio riesgo de verse desbordados o que, directamente,
La crisis es especialmente grave en Ciudad de México, donde solo el 12% total de camas para enfermos de covid-19 está ya disponible. Eso apenas supone unas 700 camas de hospitalización general y 225 con capacidad de intubación
La capital aumentó en un 38% su capacidad hospitalaria en el último mes y, al igual que Estado de México, permanece desde mediados de diciembre en semáforo rojo, lo que solo permite la apertura de negocios esenciales para tratar de limitar la movilidad y reducir contagios.
Pero ello no ha permitido evitar desoladoras imágenes estas semanas:

María de Lourdes Magaña, de 59 años, se contagió de covid-19 después de que el propio David enfermara. Aún con graves secuelas, el joven compartió con Mundo Mundo

Al otro día cuando me lavé los dientes, noté que no tenía olfato ni gusto. Ahí fue cuando ya me preocupé.
A mi hija de 8 años la enviamos a casa de su abuela y me quedé en la casa solo con mi mamá, que fue quien prácticamente me estuvo cuidando.
Ella me dejaba la comida y los medicamentos en la entrada del cuarto. Pero, en las tres semanas que estuve enfermo, me compliqué. Me dio una pulmonía tremenda.
Cuando ya no podía pararme de la cama, ella prácticamente entró. Con todas las medidas de seguridad: guantes, careta, cubrebocas… pero,

Compramos ese concentrador, que es como una caja que se conecta a la luz, a través de un grupo de Facebook porque
Yo estuve tres veces a punto de ir al hospital. Sobre todo hubo una que sentí que me iba a morir porque no podía respirar. Pero, afortunadamente, pasó.
Mi mamá, en cambio, empezó a agravarse con el pasar de los días hasta que el 29 de diciembre ya prácticamente no se levantó de la cama. No saturaba más de 63 de su oxigenación (un nivel saludable de saturación de oxígeno en sangre oscila entre 95 y 100) y su ritmo cardíaco estaba altísimo.
Yo ya estaba muy alarmado. Comenzamos a buscar hospitales en Ciudad de México, pero todos estaban saturados.
En unos 50 hospitales nos dijeron que no había lugar. A algunos llamábamos, a otros íbamos presencialmente yo, mi hermana, otros familiares o amigos. Todos nos decían que estaban llenos.

Reuní con mis familiares todo el dinero necesario para su traslado hasta allí en ambulancia. Cuando hablé al hospital media hora después, me dijeron que
Yo sentía una frustración tremenda. Ver a mi mamá en una situación tan crítica y no poder encontrar hospital…
Y no se trataba de dinero.
Yo también tenía un doble desgaste físico, porque en esos cinco días que mi mamá estuvo en cama le tuve que dejar el concentrador de oxígeno. Así que me cansaba el doble, porque yo necesitaba oxigenación, pero no le podía quitar el respirador a mi mamá.
Yo quería gritar, quería yo no sé… casi quería darle respiración boca a boca cuando veía que ella no podía respirar ni con el concentrador. Era horrible.
El 3 de enero me dijeron en una clínica que tenían lugar para mi mamá. Pedí una ambulancia de traslado programado, una ambulancia normal. Yo no sabía que mi mamá ya necesitaba una terapia intensiva o una terapia intermedia.
Cuando llegamos, me dijeron que no la podían recibir porque no venía en una ambulancia con la que ellos tienen convenio. Yo le dije que si era por el dinero, yo pagaba la ambulancia con la que ellos trabajaban.

En el teléfono 911 nos dijeron en qué otro hospital había el respirador que necesitábamos. Volvimos a llevarla en ambulancia pero, al llegar, ya no tenían lugar.
Finalmente la recibieron en un hospital público. Todo fue en el mismo 4 de enero.
Por ese día que la tuvieron en el privado me cobraron 300.000 pesos (unos US$15.150). Sumando los tres traslados en ambulancia, fueron 370.000.
En el hospital la intubaron y allí sigue. Los partes médicos nos los dan en 15 o 20 segundos, en los que te dicen su nivel de oxigenación, ritmo cardíaco y temperatura. Tampoco te dejan verla.
Más de siete días después, sigue con pronóstico reservado y muy delicada de salud. Está sedada y con respirador puesto.
No sabemos qué tan dañados pueden estar sus pulmones. Hemos sabido de personas que han estado conectadas tres semanas y se levantan como si nada, y ahí están dando guerra.
También hemos sabido, lamentablemente, de personas que quedan con un daño cerebral, en el corazón u otros órganos por la falta de oxigenación, y que deben estar pegados a un tanque de oxígeno. Ojalá que no sea el caso.

Los médicos no descartan lo peor. Ayer igual nos lo dijeron, que sigue en esa delgada línea todavía. Se debate entre la vida y la muerte. Nos queda esperar y esperar.
Y hasta donde tenemos conocimiento, en cuanto una persona fallece por covid te la entregan en cenizas,
Es una incertidumbre tremenda que ni siquiera sepas realmente si te pueden llegar a entregar las cenizas de otra persona… porque allí hay muchísima gente internada.
Cuando ingresé a mi mamá vi personas en el suelo, otras atendidas en sillas de plástico o camillas en las que había hasta tres pacientes
Honestamente, no sé donde me pude haber contagiado. Todos en la familia tomábamos las medidas y se salía solo a la tienda, al mercado… lo básico.
Yo soy actor y salí en las pocas ocasiones en que tuve algún trabajo, que después de la cuarentena han sido escasas. Y siempre lo hacía con careta, cubrebocas…
Mi mamá prácticamente no salía, porque al ser maestra de primaria daba las clases a sus alumnos en línea.

Pero sobre todo se debe a que la gente no se ha concientizado. Yo sigo viendo en Instagram historias de
Eso me molesta, porque hay muchas personas luchando por sobrevivir, personas como mi mamá debatiéndose entre la vida y la muerte.

A ellos les digo que se cuiden, que traten de salir lo menos posible… porque esto está muy feo.
Lamentablemente yo tengo muchas secuelas. No quiero que nadie más las tenga.
Tras la pulmonía, tengo un 60-70% de daño pulmonar y hacer cosas simples como bañarme es un martirio porque me canso demasiado. Prácticamente tengo que estar 20 horas al día en cama.
Por la falta de oxigenación que tuve tengo un fallo cardíaco en ambos lados del corazón y me dijeron que
Tengo 31 años. Soy una persona que tengo 25 años jugando a fútbol, algo que ya no voy a poder volver a hacer.
Yo probablemente también tenga que cambiar de trabajo tras 16 años de trayectoria como actor. Mi compañía hace también espectáculos de baile, de circo… y habrá cosas que ya no pueda hacer.

Porque está claro que
A las autoridades les pido que gasten la mayor cantidad de recursos en sanidad pública.
A cualquier otro país yo le pido que nos mande respiradores. Hay personas que se están muriendo en su casa, en los hospitales, porque no hay suministros médicos suficientes.
En total, entre mi mamá y yo,
Lamentablemente para tantos mexicanos que no cuentan con ese dinero, es probable que acaben encontrando la muerte.
Aquella situación que se vivió en otros países durante la primera ola ya la estamos viviendo en México. Y, al parecer, tristemente

Yo tengo ya mes y medio que no veo a mi hija de 8 años, que sigue con su abuela. Hablo a diario por videollamada con ella y con otros familiares, pero estoy solo en casa.
Y más que sentirme solo,
Ojalá que esto sea una lección para el gobierno de México y los posteriores que lleguen al país, de que la sanidad pública debe ser una prioridad, porque esto puede volver a pasar en cualquier momento.
Y, sobre todo, espero que la gente se concientice de que cuando una persona se está muriendo en el hospital, tú no puedes estar de fiesta.

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